miércoles, 17 de septiembre de 2008

Nocturno culto

La burbuja se rompió en el mismo momento que cambió el dígito de la minicadena. El silencio le sorprendió como lo podía haber hecho el estruendo de toda una. De repente, volvió a ser consciente de lo que le rodeaba, y aunque no prestaba atención a los detalles (los conocía de sobra), reconoció los contornos de los muebles de su cuarto, su cama, su amante imaginaria…


Aunque las sustancias espiritualmente depresoras que Fanny le había suministrado aún corrían por los conductos de sus pulmones, y las últimas notas de la música aún rebotaban en sus oídos, el hechizo había acabado. En su oscura guarida, había invocado a las musas, imitando de modo inconsciente ritos primordiales y antiguos secretos que antepasados más primitivos y sabios que él, ya realizaban alrededor de hogueras.


¿Coltrane? ¿Perry? ¿Rudolph Grey? Poco importaba, el efecto era siempre el mismo. Pero ese pequeño universo particular ya no existía, cuando enciendes la luz y te quitas los cascos vuelven los problemas, los líos, las traiciones, la realidad,… Salió a la ventana para que le diera el aire, la avenida estaba casi desierta pero aún así era ruidosa. Suspiró profundamente, porque sabía que estaba demasiado cansado y era demasiado tarde como para invocar a su propio espíritu de nuevo, pero también sabía que habría más noches, mas música, más drogas, y su utopía mental volvería: volvería para barrer a la gente de la calle a la cama; los muebles y la amante imaginaria; y en esa habitación de la avenida…se pararía el tiempo.

(Lë-Pask)