Con horas a la espalda delante de pantallas, la infancia llena de videojuegos sustituyendo la inocencia. Con viajes de horas hipnotizados con las luces de neón alargándose con la velocidad, en carreteras que no tienen fin (ni principio). Pensando en la revolución… sentado,conectado al ordenador.
Ahogándonos en el océano cibernauta, nunca nos cansaremos de tragar de sus aguas, seleccionando la información que de otro modo nos impondríais con embudo. Así nos habéis educado, receptáculos biónicos de unos y ceros codificados. Nos conectáis a maquinas si sufrimos, para analizarnos, para divertirnos; hasta el punto de que en los hospitales algunos vidas se extinguirían sin electricidad. Miramos con asombro los avances en prótesis mecánicas, extensiones del cuerpo para sustituir miembros (y en el futuro) añadir.
Giger tenía razón. No es surrealismo, son las pesadillas del futuro. Si cambias la carcasa de un coche ¿es el mismo? ¿Y si cambias completamente el interior? ¿Y si haces primero una y luego la otra, es el mismo coche? Como añadiendo piercings al alma, el cambio esta próximo. Somos máquinas orgánicas, aspirando al momento de romper la crisálida sudorosa, corriendo apresurados hacia el frio y calculador… ¿Qué? No lo sabemos, poco nos importa. Nos habéis alejado de la tierra, encerrándonos en rutinas con trasfondo urbano, dándonos opio. Es demasiado tarde.
Ahora sólo nosotros somos conscientes de lo que se avecina. El momento del cambio, la transmutación de hombre a máquina esta casi completa. Descargando el alma en 3, 2… Bitrate alto. En todas las megalópolis, entre la bruma de luces y aparente caos, más allá del ruido y el kilométrico asfalto, en alguna habitación desordenada y casi sin luz, estaremos nosotros. Russolo, perdona nuestros pecados. Somos Cyberpunks.
Manifesto Cyberpunk
(Lëpask)