Considerando, que la “crítica que va mas allá del espectáculo debe saber esperar”;
Considerando, que la sociedad espectacular nos mantiene dentro de una esquizofrenia social organizada, la cual ofrece fantasías utópicas o nostálgicas sin consecuencias prácticas, o compromisos empíricos en el “aquí y ahora”, sin conciencia de la totalidad;
que esta organización dominante de la confusión halla su expresión natural, y su refuerzo, en el mismo movimiento que trata de oponerse a ella, bien sea en la forma abstracta de organización que precede a su contenido o en la asociación concreta que permanece inconsciente de su forma;
Considerando, que la incesante crítica del “milieu” revolucionario, lejos de ser una actitud estrecha o “sectaria”, es una táctica central, porque el dicho “milieu” tiende a reproducir en su seno, de forma concentrada, las contradicciones y las miserias principales de la sociedad dominante que combate;
que nuestro desprecio frente a casi todas las organizaciones radicales existentes, que mientras se presentan como líderes que hay que seguir o como ejemplo de un estilo de vida mejorado que hay que imitar, aumentan así las ilusiones de la posibilidad de un cambio fundamental sin derribar completamente todas las condiciones existentes, sin negar la economía de mercado y el estado;
Considerando, que la próxima revolución exige que, por primera vez en la historia, las masas de individuos proletarizados desarrollen la conciencia práctica de su propia lucha, sin que ésta pase por la mediación de jefes o de especialistas;
que el segundo asalto internacional contra la sociedad de clase, que empezó de manera difusa en los años cincuenta y que obtuvo su primer victoria decisiva en las luchas abiertas del fín de los años sesenta, entra ya en una nueva fase, dejando de lado las ilusiones y los viejos intentos de hace medio siglo, y enfrentándose ahora con sus problemas reales;
que en los EE.UU., después de una década de luchas presentes por todos lados, amenazando a todos los aspectos de la sociedad moderna aunque la mayor parte de ellas lo hicieran desde puntos de vista ingenuos o separatistas, son ahora los mismos trabajadores los que empiezan a luchar de manera autónoma contra el reino de la separación, contra la institución del trabajo y su complemento, el consumo pasivo de un ocio alienado;
que mientras que la nueva lucha de clases seguía aquí con el mismo nivel que la que se desarrollaba en otros países industrializados, su conciencia de sí misma permanecía retrasada (que uno no pueda encontrar los textos principales de la Internacional Situacionista en la sociedad espectacular más avanzada no es más que la clara expresión de este subdesarrollo teórico);
que los proletarios deben enfrentarse con la inmensidad de sus tareas, las tareas de una revolución que deberán esta vez conducir por sí mismos;
que si somos “difíciles de comprender”, no es porque nuestra manera de hablar o de escribir sea inútilmente compleja, sino porque los problemas del movimiento revolucionario son necesariamente complejos; y que es el mismo progreso de la lucha hacia el momento de la simplificación radical de la cuestión social la que va haciendo que sea menos difícil comprendernos;
Considerando, que una organización revolucionaria no puede ofrecer de ningún modo una alternativa a la sociedad dominante; que mientras que las masas no hayan creado las condiciones de la construcción de una vida social liberada — apoderándose de la tecnología material y transformándola, rechanzando cualquier autoridad que no sea la suya — todas las realizaciones radicales positivas tienden a ser recuperadas dentro del sistema como reformas reales o revolución espectacular;
que la función de la organización revolucionaria — así como la de la teoría y de la práctica en general — es fundamentalmente negativa, crítica, atacando los obstáculos a la realización de las condiciones de una creatividad social positiva;
que si deben realizarse en la práctica, las tendencias o diferencias teóricas deben traducirse en problemas de organización;
Considerando, que la práctica de la teoría empieza en casa;
Declaramos que no constituímos una organización revolucionaria permanente, formal o informal, aunque se dé el caso de que algunos de nosotros dispongan o hayan dispuesto del mismo apartado de correos;
que cada uno de nosotros, al escribir un texto o al traducir el texto de otro, habla al movimento revolucionario solamente en su propio nombre, aunque las bases generales de la teoría revolucionaria moderna sean reconocidas por todos;
que si algunos de nosotros han discutido y hasta colaborado en algunos proyectos, también a veces lo hemos evitado, unas veces unos de nosotros, otras veces otros, prefiriendo cometer nuestros propios errores que confiar en la protección de los buenos consejos de sus compañeros;
que, en la medida en que nos asociamos entre nosotros o con otros, determinamos de qué manera nos asociamos, y delimitamos el alcance de nuestra colaboración; teniendo siempre como objetivo incitar a las corrientes radicales a tener más rigor y autonomía, rechazamos contactos con los que tienen propósitos contrarios o con los que carecen de bases concretas para la colaboración;
que nuestra decisión de proseguir independientemente nuestras actividades se basa en consideraciones particulares y no en cualquier antiorganizacionismo esponstaneista;
que las dichas consideraciones incluyen: el deseo de cada uno desarrolle la máxima autonomía teórico-práctica; el deseo de facilitar el desarrollo de distintas estrategias dentro de una fructífera rivalidad entre nosotros; el estado de la lucha por la teoría práctica en este momento en los EE.UU.;
que la dicha decisión puede cambiar cuando la realidad de nuestras propias situaciones y del movimiento revolucionario haya determinado y hecho posibles formas de asociaciones más apropiadas a las tareas a las que nos dedicamos. (TITA CARRIÓN, ROBERT COOPERSTEIN, ISAAC CRONIN, DAN HAMMER, KEN KNABB, GINA ROSENBERG, CHRIS SHUTES)
Ni os molestéis en decírnoslo. Dejad de mandarnos vuestros elogios inútiles, vuestras opiniones ociosas, vuestras preguntas fastidiosas, vuestras inmotivadas peticiones de entrevistas. No queremos oír hablar de vuestro “acuerdo” con nosotros mientras que no desemboque en algo práctico.
¿Creéis tener algo en común con nosotros? Probadlo.
Extraído de Bureau of the public secrets
(Santi)