viernes, 16 de abril de 2010

El largo y jugoso camino a El Gordor (Por el paso de las Lorzas).

Alejándonos por un instante de temas socio-políticos-y-culturales, creo que no esta nada mal dejarnos seducir por Musas hace tiempo abandonadas por este blog, pero que han regresado a mi por obra de gargantuescas cenas en mis aposentos, rodeados de la familia tanto sanguínea como tácita, si se me permite la expresión. Estas orondas compañías (me refiero a Las Musas, para evitar pleitos) me han recordado un plato tan rico como sencillo, que sorprende tanto (o más) como el morro de los que mandan.

El camino a El gordor es duro (como el de un monje Shao Lin al Tao), pero provechoso como el del almuerzo de un luchador Sumo. Lejos de mí el deseo de que perdáis el dinero invertido en gimnasios, o el tiempo recorriendo vuestro correspondiente barrio; pero con esta receta vuestras parejas no sólo os darán las gracias (a ellas correspondiera decidir el cómo); sino que os perdonarán esa graciosa curva alrededor de vuestro ombligo.


HUEVOS AL PLATO

- Un bol de barro
- Margarina
- Guisantes
- Jamón serrano
- Tomate frito
- Huevos

Lo primero es añadir la margarina bien extendida por el fondo del bol, esto es, para que los guisantes no se pegen a éste. También podéis hacerlo con mantequilla, pero no creo que ningún profesor de aeróbic os lo recomiende. A continuación, añadís los guisantes. Con una capa o dos basta para una persona, recordad que son un complemento a los huevos, y cuantos más añadáis, mas tardarán en hacerse estos, y peor.

Luego metéis el jamón y el tomate frito, y lo mezcláis todo sin miedo, no muerde (pero quien os observe si: mantenedlos alejados hasta servir el plato). Luego rompéis los huevos y los ponéis encima de la mezcla. Hay quien me ha propuesto mezclarlo con el resto de cosas, pero creo que es una locura: de echo hay que procurar que no se rompan.

Por último, tapáis el bol y lo ponéis a fuego lento. No seáis impacientes: tarda poco en hacerse y apresurarse lo arruinaría. Tras aproximadamente 10-20 minutos, o cuando ya veáis que los guisantes se han reblandecido y el tomate esta haciendo burbujas (muy caliente, pero sin pasarse) apagáis el fuego hasta que el huevo cuaje, y se funda literalmente con la mezcla de abajo.

Es muy importante tener un babero al lado, porque el olor es increíble. Servir con grandes dosis de pan. Los religiosos santiguaros o rezad un Mantra a Buda, porque mojar éste en el fondo debe ser pecado mortal en varios estados. De postre, una siesta o un beso (o ambas mezcladas con yogurt) quedan fetén.

¡Qué aproveche!

Lë Pask.