Cuando la mujer de dientes verdes sonrió su corazón quedó totalmente cautivado, no hacía mas que pensar en ella, en su mirada, en su fragante cuello y en su extraña sonrisa.
Tarde tras tarde desplumaba una a una las palomas de su tejado con la esperanza de que algún designio le mostrase el camino de vuelta a ella, pero ni siquiera la eliminación de los deseos propugnada por los bodhisatvas surtía efecto.
En su partido semanal corriendo siempre pegado a la línea como a él le gustaba, no tocaba ni un solo esférico, sus compañeros indignados le reprendían enérgicamente, pero él solo tenía en su mente a aquella mujer que le había arrebatado el alma.
Ni siquiera el aislamiento acústico al que sometió su cerebro hizo efecto. Perdió su empleo, sus amigos, y se vio sumido en la mas absoluta miseria.
Pero él era feliz en su embelesamiento, y es que queridos amigos, los espejismos y los sueños a veces pueden ser tan reales como la vida misma.
Los delirios de nuestra mente en ocasiones adquieren un significado auténtico que nos aparta del mundo real. Reacciones químicas y contradicciones neuronales afectan nuestro día a día.
Pero eso a veces oculta la clave de nuestra felicidad... O no?
Relatos cromáticos.
(Jau)