lunes, 13 de octubre de 2008

Desde la cocina de Buñuel: cine surrealista en blanco y negro ¿qué está pasando?

Desde la cocina de un piso burgués en Zaragoza, se está desarrollando una curiosa escena: toda una familia, bocata en mano, está a punto de ver la sesión gratuita (de muchas) del cine al aire libre que está justo debajo de su casa. Los 7 niños llevaban tiempo deseando e intuyendo este momento desde hace semanas, desde que vieron aparecer la pantalla claramente desde el balcón de su cocina. Uno de los niños, Luis, está especialmente fascinado.

Años después, Luis Buñuel Portolés vive en Francia y es un hombre de vida ordenada pero con profundas convicciones libertarias y anarquistas. Frecuenta círculos sofisticados y vanguardistas (Dalí, Alberti…). Asiste a orgías sin participar en ellas. Simpatiza con el libertinaje pero no deja decir tacos en casa. Y era un borracho puntual y de aspecto impoluto.

Con Un perro andaluz (1929) Buñuel nos deja la joya de la corona del cine surrealista, estilo harto denostado y aborrecido. Menos mal que no se cumplió su último deseo (quemar todas sus obras al morir). Otras películas de este género que insisto en recomendar es Eraserhead (1977) de David Lynch y Tetsuo (1988) de Shinya Tsukamoto.

El cine surrealista es un género necesario sobre todo hoy en día, que somos víctimas de tantos remakes, spin-offs y demás jaradajas. Pocas películas merecen llamarse así, ya que pocos directores se han atrevido a abordarlas. Si deseáis ver un cuadro de Dalí en movimiento, si os sobresaltan la poesía Dadaísta, si escucháis Coconot, si sois mediterráneos…adentraos.

“Se me dice: ¿y la ciencia? ¿No intenta, por otros caminos, reducir el misterio que nos rodea? Quizá. Pero la ciencia no me interesa. Me parece presuntuosa, analítica, superficial. Ignora el sueño, el azar, la risa, el sentimiento y la contradicción, cosas todas que me son preciosas.” Luis Buñuel

(LëPaskq)


Ver Un perro andaluz