¿Os habéis fijado en que ya no hay mitos rockeros? Las revistas están llenas de viejas glorias. Las fiestas ilegales piden DJ´s, y las tiendas especializadas son una rara avis. ¿Y el Underground? El reciclaje infinito de Chuck Berry en sus infinitas variantes de tres acordes han desteñido en ideología y motivación hasta el hartazgo.
Sin embargo, vampírica pero vanguardísticamente, otros estilos han bebido de las fuentes ilimitadas de inspiración rockera: sin el metal, el Tecno más duro no existiría, sin el punk, el freejazz no hubiese sobrevivido, y la lista sigue… Infructuosamente, en la era de la información actual el rock a intentado renovarse vía “corto y pego” (dos minutos de rock, arrebato punk/metal, melodía por aquí y un DJ que se cuela…) Y si se intenta la verdadera mezcla, el resultado rara vez ha pasado de un vulgar pastiche de estilos.
No. Admitámoslo, desde el punk y sus respectivas variantes (Hardcore: ¡sí claro!; Post-Punk bueno vale; grunge ¡ni hablar!) El rock se ha quedado mirándose el ombligo, sin ninguna revolución que le motive. La juventud no pelea, se evade. El punk surgió mutando después de la guerra, mutó de Dadá, de Mayo del 68. Nuestra lucha es espiritual ahora, decía Tyler Durden, y no se equivocaba. Así que, ¿Dónde está el futuro?
Juventudes rockeras: no tengáis miedo. Rechazad la melodía y abrazad el ritmo. Olvidad el power trio y toda concepción de banda “normal” y música “buena”. Bailad sobre la tumba de los Ramones y abrid vuestros oídos a Albert Ayler. Buscad el fondo, no la forma. Ésta surgirá sola, como una revelación, cuando finalmente os preguntéis “por qué” lo tocáis y no “como” lo tocáis. El horizonte es ilimitado. Solo tenéis que mirar hacia otro lado.
“¡Imaginación al poder!” – Pinta de Mayo del 68.
(LëPask)